El FC Barcelona vivió una de esas noches que quedan grabadas. En el Johan Cruyff, con apenas 6.000 aficionados en la grada, el equipo de Hansi Flick se desató para golear 6-0 a un Valencia irreconocible, incapaz de competir y superado en cada rincón del campo. Fue fútbol total, con un doblete de Fermín López, otros dos de Raphinha y un Robert Lewandowski que, en su partido 150 como azulgrana, recuperó la sonrisa a base de goles.
El Barça arrancó eléctrico, con ocasiones de Ferran Torres y Rashford que avisaban de lo que estaba por venir. La primera maravilla nació de Cubarsí, que filtró un pase medido a Ferran para que este asistiera a Fermín. El onubense no perdonó y besó el escudo en una celebración que encendió al Johan. Mientras tanto, el Valencia se limitaba a esperar atrás, sin ideas ni valentía, viendo cómo el Barça tocaba y tocaba.
El descanso trajo la entrada de Raphinha y con él llegó el espectáculo. Primero cazó un balón suelto para hacer el 2-0, luego asistió a Fermín para el tercero —un zurdazo imparable desde fuera del área— y más tarde repitió con otro tanto de puro instinto. El brasileño pasó del castigo al protagonismo en apenas media hora.
El Valencia, desbordado, apenas pudo sostenerse gracias a un par de intervenciones de Agirrezabala, pero nada pudo hacer ante la pegada blaugrana. Cuando apareció Lewandowski, el partido ya era un festín. El polaco marcó dos goles de killer y cerró una goleada que recordó a los mejores tiempos del Barça.
El equipo de Corberán quedó señalado: demasiado pasivo, sin plan para contrarrestar y con solo la nota positiva del regreso de Thierry Rendall y el debut de Lucas Beltrán. Poco consuelo para un Valencia que se marchó con un severo correctivo y la sensación de que nunca estuvo en el partido.
El Barça, en cambio, demostró que, cuando conecta todas sus piezas, puede convertir cualquier estadio en un espectáculo. Anoche el Johan se transformó en un Camp Nou en miniatura… y el Valencia fue el invitado de lujo al festín culé.
