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Xavi Simons, del Thader de Ortiz a brillar en el Tottenham

El pasado 29 de agosto después de un verano lleno de rumores, el periodista por excelencia en información de mercado, Fabrizio Romano, anunciaba la llegada del jugador neerlandés, Xavi Simons, a la disciplina del Tottenham por unas cantidades que rondaban los 60 millones de euros y un contrato de dos años más uno opcional.

Como todo jugador profesional, Xavi, quién debe su nombre a uno de los mejores centrocampistas españoles de la historia y recién entrenador del FC Barcelona, Xavi Hernández; tiene una historia en un pequeño pueblo al sur de la Comunidad Valenciana. Concretamente, en Rojales, donde el equipo del pueblo, el Thader, sigue haciendo bandera de que ellos fueron los que acompañaron a Xavi Simons durante sus primeros años como jugador de fútbol, y también viceversa, Xavi ha estado siempre orgulloso y predispuesto a enseñar los colores de un equipo que defendió hasta que se marchó a la Masía.

Para ello, para conocer un poco más los orígenes de Xavi, no hay nadie mejor que contactar con Marcelino Ortiz, quién aún hoy en día es entrenador del CD Thader y puede presumir de haber entrenado a una de las sensaciones del fútbol internacional, que tras salir del FC Barcelona al PSG con tan solo 16 años y que mucha gente hablara sobre su posible caída en picado como futbolista, ha conseguido realzarse y ahora entenderemos el porqué.

Cuando hablamos con Marcelino, lo primero que le preguntamos es por su carrera futbolística, a lo cual nos responde que él había “jugado prácticamente toda la vida en el Thader, de categoría inferior hasta preferente, y jugaba de medio centro” algo que resulta curioso pues nuestros dos protagonistas comparten demarcación en el campo.

La pregunta obligatoria sobre si tenía consejos para Xavi para ese centro del campo, y la rápida respuesta sorprende, porque nos reseña “que poco había que enseñarle, porque desde el primer minuto, uno ya veía que sabía bastante”. Nos destaca, que “lo primero que destaca de Xavi es su apariencia, ósea, tú cuando llegas al primer día y ves que es morenico, rubio, con el pelo rizado; y una vez que lo ves jugar dices, uy, este chiquito tiene algo”. De hecho añade: “cuando empezó, tenía cuatro años, no levantaba un palmo del suelo y donde iba la gente se quedaba con él, destacaba. Es el típico jugador que la gente habla, ya que desde pequeño apuntaba maneras”.

Por supuesto, como en todo en el mundo fútbol, cuando un jugador destaca en una cantera, los grandes clubes de las regiones llaman a la puerta de estos jugadores para que vayan a sus canteras; en este caso Marcelino recuerda: “partido al que íbamos, partido que intentaban ficharlo o te preguntaban. En su momento, Elche o Hércules y más equipos, que han preguntado por él”

¿De qué jugaba de pequeño Xavi? La respuesta no sorprende “él siempre jugó de medio centro, porque, claro, es donde más podía tocar la pelota y podía hacer jugar a los demás” pero añade “que hubiese jugado donde hubiesa jugado lo habría hecho bien” y algo muy curioso es, cuando nos cuenta que “llegó a jugar hasta de portero, no tenía miedo, era competitivo en todas las facetas que se pudiese, si ibas a jugar al ping-pong él quería ganar, si ibas a jugar al baloncesto él quería ser el mejor, pero no el mejor de decir ‘ah, soy el mejor’, no, sino a la hora de mostrarlo, le gustaba ganar. Él era lo típico de que dice, ‘ah, yo puedo, y lo voy a hacer y voy a ganar’”. De esto último que se entienda el repunte en su carrera, el proponérselo y creérselo, dar un paso ‘atrás’ en el PSV Eindhoven para dar un paso con el Red Bull Leipzig, dos más hacia adelante con el Tottenham y en su papel fundamental con la selección absoluta.

Sobre cuando jugó de portero, no es la anécdota que esperamos, sino que tiene un trasfondo no tan bueno. Marcelino, la recuerda así: “fuimos a jugar un partido y, en aquella época, no todo el mundo tenía el título de entrenador, y había gente que no merecía serlo. Como he dicho, él despuntaba mucho y el entrenador contrario incitó a sus jugadores a que le diesen caña, literalmente les dijo que le pegasen, que no iba a pasar. Y le hicieron daño varias veces”. La reacción de Marcelino, lo que creyó lo más correcto, fue “sacarlo del campo, y le dije, ‘no vas a jugar más porque te están pegando, no están jugando al fútbol, están yendo a pegarte’, él se puso a llorar, que él quería jugar”. Entendiendo la tesitura en que quedaba como entrenador, se le ocurrió la idea y “le dije, vale, quieres jugar, pero de portero. Me dijo, vale. Se puso de portero y la primera jugada: sale a por la pelota, la coge, se la roba de los pies al tío y sigue corriendo con el balón hasta el medio campo”. Al final “terminó el partido de portero”.

Al principio del reportaje lo hemos mencionado, ha sido un jugador que pese a su juventud y a que jugara con niños dos años mayores que él, brillaba tanto que, aparte de los clubes ya mencionados, el Villarreal lo llamó para hacer las pruebas: “y su madre me dijo que no contase con ellos (para esa temporada)” pero al final por circunstancias laborales le dijeron a Marcelino que no se iban. Y, justo, al poco tiempo, no recuerda si una o dos semanas: “se fue a hacer las pruebas con el barça y conforme terminaron me llamó y me dijo, ‘oye, que nos vamos a Barcelona’”. Y se fue toda la familia a Barcelona.

Después de su marcha, y visto todo lo que ha crecido, Marcelino se siente orgulloso de haber contribuido a su desarrollo: “cuando lo ves con la selección, lo ves en los equipos en los que ha estado, lo ves jugar, te sientes orgulloso, aunque mucho más de su forma de ser y de que no haya perdido sus raíces”. Nos cuenta también que “él (Xavi) y Faus (su hermano) suelen venir cada vez que pueden por aquí y cuando vienen me avisan a mí y a otra gente con la que han jugado, amigos que tienen aquí y por lo menos intentan vernos un par de veces, todo un día y comer juntos o pasar el día porque son muy cercanos”.

Algo que sorprende de lo que nos cuenta Marcelino de Xavi, es que puede que haya cambiado desde que se marchara, pero algo que seguro no ha cambiado y asegura es que “tú le preguntas [de dónde es] y él es de Rojales, él es de aquí, sigue llamando a todo el mundo, lo paran y él encantado de hacerse fotos. Cada vez que hay que ayudar en algo aquí, él ayuda. Y luego, lo ves y al nivel competitivo, yo creo que sigue siendo aquel nano que jugaba conmigo. Él siempre quiere demostrar lo que vale, ser el mejor y ganar”. Es más “como suele venirse para acá en sus vacaciones, él sigue entrenando, viene con un entrenador personal o se viene con su ejercicio, con su tal. Y en alguna ocasión sí que nos hemos acercado ahí con él”. Nos cuenta que alguna vez le ha pedido algún portero para que fuera a entrenar y que incluso se ha puesto las botas y se ha puesto a jugar con ellos allí.

Después de todas estas anécdotas del Xavi Simons, más cercano, cosa que a veces se nos olvida también, que los futbolistas son personas, hubo una imagen en la liga en Holanda donde los jugadores salían con las camisetas de los equipos de donde se habían formado. Y Xavi salió con la del Thader, algo que “estuvo en boca de todos, ver la camiseta ahí en todo lo alto, sientes orgullo y satisfacción, [Xavi] sigue sintiendo esto como su casa, fueron momentos importantes para él y lo valora como lo que es”.

Aquí acaba la historia de un protagonista inesperado que nos acerca un poco más a la figura de un gran futbolista como Xavi Simons, que a pesar de representar los colores de Países Bajos sigue viendo en Rojales (Alicante) y el Thader la casa a la que volver cuando tiene oportunidad. Una bonita historia más, de cientos que hay, que esconde el fútbol regional valenciano.

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